Brave, Pixar

Brave

EE.UU. (2012) 100´

Dirección: Mark Andrews, Brenda Chapman y Steve Purcell

Guión: Mark Andrews, Steve Purcell, Brenda Chapman e Irene Mecchi

 

Por Javier Viruete*

Es raro que Pixar decepcione a los espectadores en cualquiera de sus películas. Hasta ahora la inmensa mayoría de sus productos han sido obras trabajadas, compactas, divertidas y con argumentos e historias que han destacado por trascender el público infantil, lo que es precisamente una señal de un buen producto dirigido a niños, y Brave, desde luego, no es una excepción.

Sin embargo, hay algo diferente en esta película, algo que nos hace pensar en ella con códigos diferentes a los que utilizamos en Up, Wall-E o Toy Story. Posiblemente sea el movimiento de acercamiento que Pixar hace a su casa madre Disney y, por ende, hacia la vertiente más clásica de los cuentos de hadas, incluyendo una nueva princesa que, por cierto, ha entrado rápidamente en el canon de la línea «Princesas Disney» y en el merchandising que este exclusivo club lleva asociado. Este acercamiento, esta «primera vez», no es ni mucho menos la única que encontramos en Brave, ya que, aún más importante, es la primera vez que una producción de Pixar es protagonizada por un personaje femenino.

Brave cuenta la historia de Merida, una princesa de las tierras de Escocia, cuyo destino es casarse con el hijo del jefe de uno de los tres clanes vecinos para mantener su alianza y, por tanto, la paz entre ellos. Un destino para el que Merida ha sido preparada desde niña, pero con el que no está satisfecha, por lo que se debatirá entonces entre aceptar una suerte que le parece injusta o rebelarse, creando un conflicto entre los clanes y enfrentándose a la decepción y desaprobación familiar y, especialmente, de su madre, la Reina. Para intentar solucionarlo de una forma rápida, Merida recurre a las artes mágicas, ocasionando una serie de situaciones inesperadas, con las que la princesa deberá lidiar.

Si nos fijamos en el aspecto puramente técnico, no hay mucho que añadir. Pixar cumple con la calidad esperada que, huelga decir, es altísima, aunque hay dos aspectos que destacan y brillan con luz propia. Por un lado tenemos el reino donde se desarrolla la película, ambientado en las Highlands escocesas que se despliegan con gran belleza y donde se respira ese carácter animista que también se vislumbra en el argumento. El otro punto a destacar es el pelo de Merida, que marca un punto y aparte por su color, movimiento y texturas hipnóticas, y aparece durante la acción con varios peinados que lo hacen destacar aún más. En algunos momentos, nos sobreviene la duda de si los animadores habrán querido lanzar un desafío a los responsables de la Rapunzel de Enredados, donde el cabello tenía un protagonismo evidente. Es importante decir que esta excelencia técnica, se apoya en los 185 millones de dólares que la película ha tenido como presupuesto.

Decíamos antes que Brave es la primera película del estudio en contar con una protagonista femenina pero, en realidad, es mucho más que eso; en Brave, el universo femenino predomina durante todo el metraje. Merida y su madre mantienen el protagonismo de una forma muy absorbente, dejando al resto de personajes, tanto su padre como sus pretendientes, como secundarios con poca importancia más allá de la simbólica, llegando a caer en la categoría de alivios cómicos. Lo cierto es que este dúo protagonista está bien trabajado y ambas dan contrapuntos diferentes con los que identificarnos. La princesa es un digno personaje protagonista, complejo pero coherente. Merida es en esta ocasión, al mismo tiempo, la princesa en apuros y el príncipe azul, en una producción donde destaca la ausencia de una trama romántica, una ausencia ciertamente refrescante.

Es curioso que, a pesar de que varios de los personajes en la película existen casi exclusivamente para generar humor, este no acaba de ser tan satisfactorio como el resto de la cinta. Si bien los creadores no han tenido intención de renunciar a él en ningún momento, no logra ser un elemento que aparezca bien integrado en el argumento. Es cierto que existen momentos divertidos en la película, los mejores en mi opinión, los relacionados con los tres pretendientes de Merida, que destacan por su diseño y carácter cómico y bizarro, pero no es algo que predomine en el guión y en algunos momentos parece metido con calzador sin llegar a funcionar muy bien. La acción está claramente más centrada en el conflicto y, muy concretamente, en el conflicto dramático que se genera entre madre e hija, y que parece ser, está libremente adaptado de los propios conflictos a los que la directora y escritora de la historia original, Brenda Chapman, ha tenido con su hija adolescente. Esta podría ser, por cierto, la primera película de Pixar dirigida por una mujer, pero en un momento del rodaje, se decidió apartar a Chapman de sus obligaciones y sustituirla por Mark Andrews, quien aparece en primer lugar en los créditos. Este hecho también nos hace reflexionar sobre la dificultad de las atribuciones autorales de las películas de animación de alto presupuesto salvo notables excepciones como Tim Burton o Hayao Miyazaki.

El conflicto que Merida y su madre afrontan se puede traducir como la lucha interior entre asumir las obligaciones familiares y sociales o buscar el propio destino, aún con los costes que ello pueda suponer. La valentía de la que nos habla el título no es tanto la valentía rebelde de la primera parte del metraje, sino el valor de asumir la responsabilidad de los propios actos y tratar de enmendarlos, asumiendo los sacrificios que sean necesarios, o lo que es lo mismo, avanzar hacia la madurez, la de Merida, y la del propio estudio Pixar.

*Javier Viruete es un apasionado de la literatura, el cine, la magia, el teatro, el cómic y de varias otras artes imaginarias aun por inventarse. Su profesión es Sociólogo, especialista en educación, pero ha trabajado en multitud de oficios como investigador social, en videojuegos, mago, y emergencias aéreas por citar solo algunas. Ha viajado por casi 25 países y tiene una gata negra llamada Suerte, pues le gusta tener la fortuna cerca.

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