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Por Emma Castaño Sánchez* A Álvar, que me sugirió leer esta novela con mis alumnos. El nombre de Lovecraft surgió en la clase de 4º de E.S.O. cuando hacíamos una selección de lecturas para el último trimestre. En otras clases, algunos alumnos habían leído uno de sus relatos, La rendición de Randolph Carter, que aparece en otro de los libros reseñados en nuestra revista: Los mejores relatos de terror. Es ese relato Lovecraft nos sorprendía por su capacidad de dejar con sus silencios un espacio abierto a la imaginación para que poblara ese vacío con los miedos particulares de cada uno de nosotros. En El horror de Dunwich, el lector ingenuo y no acostumbrado a este género, capta desde las primeras páginas, que el terror se materializa, no tanto en las detalladas y sugerentes descripciones, o en todo aquello que los personajes parecen esconder, como en las reflexiones que el autor realiza en torno a esta emoción, en la “lógica del terror” que lo sitúa directamente en el campo de realidad. «El propio ser, sin embargo, eclipsaba todas las demás imágenes. Sería vulgar y no del todo preciso decir que ninguna pluma humana podría describirlo, aunque se puede afirmar con propiedad que no podría ser bien representado por nadie cuyas ideas sobre aspecto y contornos se apegan demasiado a las formas de vida comunes de este planeta y a las tres dimensiones conocidas.» Lovecraft traza una lógica del terror, analiza esta emoción con la meticulosidad de un cirujano. Reflexiona sobre las causas y el origen de la misma. Surge el concepto de forma. El orden serena el alma humana, las formas caóticas; o peor aún, la ausencia de forma, lo hunde en los pozos del terror. Orden y caos, Lovecraft se adentra en el espacio del mito. La mitología del caos. Las puertas de acceso a ese mundo son un misterioso manuscrito, El Necronomicón, y un misterioso lenguaje, cercano al sanscrito o al arábigo. La verbalización del conjuro, la llave. El lenguaje en Lovecraft recupera el misterio y el poder divino de transformar la realidad, Lovecraft lo venera como lo veneraran nuestros remotos antepasados. El libro adquiere en sus obras la categoría de fetiche, de objeto mágico que rebelara el poder de las divinidades; en este caso, de divinidades maléficas habitantes de otros mundos que entran en contacto con el nuestro, en ocasiones. Las señales de ese mundo, un hedor nauseabundo y el graznido insoportable de los chotacabras. El héroe, Armitage, un bibliotecario, que posee, cual si de un semidios se tratara, el camino de la salvación. El tributo, el sacrificio del alma, el viaje a las entrañas del terror, a ese espacio inaccesible al hombre, que es necesario abordar para afrontar los propios miedos. Así, Armitage, insomne, enfermo, desquiciado, aparece como el personaje mítico de Casandra, consciente de la tragedia y derrotado por la incredulidad y inconsciencia de los hombres. “El germen del pánico pareció cundir entre los hombres del grupo. Una cosa era perseguir a aquel ente innombrable y otra muy distinta encontrarlo. Los conjuros podían ser eficaces pero, ¿y si fallaban? Las voces empezaron a interrogar a Armitage sobre lo que sabía de aquel ser y ninguna respuesta pareció satisfacerlos. Todos se sintieron muy cerca de estados del ser y la naturaleza completamente prohibidos y del todo ajenos a la sana experiencia de la humanidad.” Goya, Arthur Machen, Borges, Hitchcock, H.R.Giger. Lovecraft rinde tributo a sus predecesores, y entrega el testigo a otros futuros artistas que se aventurarán en el mundo del terror. Las ilustraciones de Santiago Caruso, recogidas en esta edición de la editorial Libros del Zorro Rojo, no invaden el terreno al estilo sugerente de Lovecratf, sino que lo hacen palpable, como si entraran en la imaginación del autor: sus grabados, que recuperan la expresividad de los grabados de Goya, estremecen al mezclarse con las formas caóticas… posibles, del horror cósmico. ¿Habrá un paraíso para los héroes que se aventuraron a descender a los abismos del miedo? Los que leímos El horror de Dunwich, así lo esperamos. *Emma Castaño Sánchez es profesora de Lengua y Literatura y ha trabajado en diferentes institutos públicos de la Comunidad de Madrid. Ficha técnica: El horror de Dunwich |
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