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Por Emma Castaño Sánchez* Príncipes y princesas, caballeros y doncellas, escuchad si os place la historia del joven Malkiel, de cómo se asomó a los abismos de su pasado y recorrió siete largos días con sus noches las tierras de su reino para buscar entre el pueblo las respuestas que no podía encontrar en una corte sepultada en las sombras de la intolerancia y la traición. Este humilde juglar lo escuchó directamente de los labios de un poeta, trovador de la corte que un buen día, tras mirar al horizonte nebuloso iluminado por la luna, abandonó los lujos y comodidades de palacio para aventurarse por los caminos de la vida, contando lo que sus ojos veían y nadie osaba decir. Habló así del clamor de los sometidos, del dolor de los desterrados, de la tristeza de los vilipendiados por ser de otro credo, de los poetas trotamundos en busca de respuestas, de la magia, de la ilusión, del amor. Contó su historia a un monje que peregrinaba por bosques, llanuras y playas desiertas, y le pidió que lo trascribiera y lo diera a conocer como El reino de las tres lunas. Poco sabemos del juglar, porque en la historia desaparece para dar voz a sus personajes, sabedor de que los diálogos, condensan la acción en lo esencial. Como sus compañeros de mester, domina el tiempo de la narración, dejando a éste a merced de la intriga, y sabe del valor de los finales truncados, rotos en el momento de mayor tensión. Su pasión por el teatro le ha hecho contar la historia a la manera de los cómicos más populares. Como sus personajes protagonistas, llega al desenlace después de tres jornadas. Como trovador medieval, es un gran conocedor de la mitología, y reconoce en ella una aliada que le permitirá acercarse a los lectores de imaginación más ágil y volátil. Como admirador de la cinematografía, el arte de narrar en movimiento, imaginó su historia como las grandes obras clásicas de animación, y uno contempla los claroscuros, las sombras proyectadas en los muros, las siluetas que recorren las paredes como si las hubiera trazado la mano prodigiosa de un dibujante lleno de fantasía. Como los verdaderos juglares, es honesto, y homenajea en su historia a todos aquellos que le han hecho aprender en el camino: Tim Burton, Walt Disney, C.S. Lewis, J. Ramón Jiménez, Rubén Darío, pero deja su sabiduría escondida bajo la arena, cercana tan solo para los que quieran escuchar. Defiende a sus antepasados, narrando la historia de un joven héroe, que se atreve a desobedecer para demostrar que no debemos fiarnos de aquellos que nos dicen que debemos olvidar, y no ocuparnos de cosas del pasado. Reconoce la belleza bajo el raído manto de un trotamundos; la bondad, bajo el rostro oscuro de un infiel, la magia, bajo las notas de un abandonado laúd; la ilusión, en los ojos de alguien que aparece en tu camino y te acompaña en la tortuosa búsqueda de la verdad; el dolor, en la mirada nostálgica de una silueta junto al mar. Nada sabemos de ese juglar, cuya historia os deleitará, si permanecéis con este humilde mensajero un tiempo. Cuando las estrellas aguijoneen el lomo gris del cielo nocturno, príncipes y princesas, caballeros y doncellas, este mago creador de historias, os habrá embrujado, os habrá hecho soñar. *Emma Castaño Sánchez es profesora de Lengua y Literatura y ha trabajado en diferentes institutos públicos de la Comunidad de Madrid. Ficha técnica: El reino de las Tres Lunas |
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