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Cada mañana el viejo salía al jardín con una silla y se sentaba frente a su margarita. Un día se dio cuenta de que su flor no le escuchaba y, al acercarse a ella, vio que sus hojas estaban llenas de pulgón. Corrió hacia la biblioteca para buscar en algún libro la solución a su problema. Y la encontró. Entonces, llenó su jardín de mariquitas y se fue a dormir porque estaba seguro que ellas acabarían comiendo el pulgón. Al día siguiente, las mariquitas se habían comido el pulgón, pero había tantas que no podía ver su margarita. Ahora tenía que buscar una nueva solución. Al final, la encontrará en los búhos, que se comerán a los escorpiones, que se comieron a las mariquitas, que se comieron el pulgón. Una historia llena de matices, para descubrir y compartir con los más pequeños, de lecciones expuestas de manera sencilla y de ternura. Una hermosa historia de amor y respeto a las plantas, a la naturaleza; una lección de tesón para no dejar de buscar, porque, a veces, lo que perseguimos no aparece a la primera y no podemos desanimarnos; un ejemplo de lo importante que es cuidar a los demás, hacer una parón y observar, porque en estos tiempos que corren hemos olvidado mirar y escuchar; una ventana abierta al mundo del conocimiento que desprenden los libros y el buen hacer de las bibliotecas… Y todo ello acompañado de unas ilustraciones sencillas, de contornos finos, pero llenas de movimiento, de expresión, de dulzura, de sentimientos. Una de esas joyitas que te llegan al alma. Por Olga Vives Ficha técnica: El viejo y la margarita |
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