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«Cuando Ana nació, todo estaba a oscuras… Oía a sus amigos hablar de colores y formas, pero para ella todo era confuso. Con la ayuda de su madre, poco a poco sentirá los colores, el azul se siente así, y le hizo sostener un cubito de hielo entre las manos; así el rojo, mientras le hacía acercar las manos al fuego de la chimenea…» Poco a poco, Ana aprendió a moverse por la casa sin tropezar con los muebles antiguos, porque, entre otras cosas, aprendió a caminar entre aromas. Se dio cuenta de que, a pesar de ser diferente, podía hacer cosas muy especiales.
Una bonita historia que desprende ternura y muchos aromas en cada página. Una narración que conmueve y que, desde el principio y de forma poética, nos desgrana como la ceguera se transforma en una fortaleza, ya que la joven protagonista desarrolla de forma extraordinaria otros sentidos que explora y trabaja para compartir con todos. Las ilustraciones de trazo suave, expresivas, tiernas, delicadas, coloristas, llenas de infinitos matices, de Sonja Wimmer, danzan en perfecto equilibrio con un texto que transmite pura emoción. Sencillamente exquisita, con un sabor muy dulce. Por Olga Vives Ficha técnica: La niña que caminaba entre aromas |
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